Pasión frenética en la Novela Romántica
Foto de Meume Mare |
Querida lectora:
Cuantas veces no habré leído en las reseñas el desagrado de las lectoras por un tipo de escena concreta, muy frecuente en la N. R. Veamos si os suena:
Los protagonistas llevan peleándose toda la novela, se han hecho y dicho cosas reprochables que no se pueden pasar por alto sin que el otro se las aclare y le pidan perdón. De pronto, en mitad de una de estas escenas frenéticas de indignación por parte de uno de los protagonistas o de los dos, una tórrida escena de sexo estalla y calma los ánimos.
¿Os suena? Seguro que sí, las novelas y las películas románticas están llenas de ellas. Pues bien, el desagrado de las reseñadoras parece venir de la creencia de que eso es un acto de sumisión por parte de la mujer, algo así como si cediera su dignidad a cambio del placer que recibe. Se piensa en la mujer porque generalmente es su punto de vista el que se nos da a conocer, y por lo tanto sabemos sus razones. En los casos en los que también sabemos las de él, estas suelen ser inaceptables, por un motivo o por otro. No tengo nada que decir al respecto, es una manera más de crear conflicto entre los personajes para crear la trama de una novela, ahora bien, ¿pretende la autora reflejar un acto de sumisión? ¿Es ese su propósito?, como se suele decir en esas reseñas: ¡Ella lo ha perdonado y ya está!
Yo voy a defender que no es eso lo que se pretende; no lo perdona y ya está, el objeto de esa escena es que la lectora empatice y sienta la intensidad de emociones que se superponen entre sí cuando deseamos a alguien a pesar de estar furiosos y dolidos con esa persona, es más, es muy probable que sea esa misma rabia la que esté provocando ese deseo intenso. La indignación es en sí misma un deseo de que la otra persona reconozca algo, confiese algo, o haga algo, a lo que creemos tener derecho y desencadena en nuestro cuerpo la misma reacción que interviene en el deseo sexual: una descarga de testosterona.
Todos conocemos parejas que se han hecho famosas por sus sonadas peleas y reconciliaciones, el sexo furioso es una forma de desahogar la energía contenida y volver a la calma, de facilitar la reconciliación. El orgasmo produce toda una serie de hormonas (oxitocina, dopamina y serotonina) que nos cambian el estado de ánimo, aportan felicidad y nos ayudan a calmarnos y pensar. Pero no solo la literatura, es muy probable que muchas de las que estéis leyendo esto, lo hayáis experimentado: ese indeseado deseo en mitad de una discusión, añadiendo una emoción más al torrente, ya confuso que te domina y hayáis sucumbido a él. ¿Sabéis de lo que os hablo?
¿Resuelve eso el problema de base? Yo diría que no, de hecho la lectora no se queda conforme hasta que poco a poco todo se va aclarando, y no solo se piden perdón, sino que nos dejan la esperanza de que en el futuro seguirá habiendo diálogo después del sexo furioso, de lo contrario, la novela nos dejará una sensación de inverosimilitud y de fragilidad que nos fastidiará el final feliz, como ocurre en muchos casos.
Por último, decir que la pasión furiosa a la que me refiero incluye deseo e indignación, pero nunca miedo: si uno de los dos teme al otro, o siente que no puede pararlo si lo desea, a la mayoría de las lectoras le parecería imperdonable y le habría amargado la novela.
¿Y vosotras, qué pensáis?
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